Opinión

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22-06-2023

Colombia: zanahoria y garrote para conseguir la anhelada paz total

Por Álvaro Pretel

 

Desde el inicio de de la presidencia de Gustavo Petro se han establecido canales de diálogo con diferentes organizaciones criminales, generando ceses al fuego y, además, se ha puesto en marcha la estrategia de la Paz Total, que busca convertir la paz en política de Estado. Sin embargo, contrario a los esfuerzos del gobierno, la respuesta de las organizaciones criminales no ha estado a la altura, pues han aprovechado las concesiones para aumentar su poder y gobernanza criminal en los territorios, buscando ejercer presión al gobierno para alcanzar mayores beneficios.

 

Prueba de esto se puede observar en el paro minero de Caucasia, durante los meses de marzo y abril del presente año, donde por presiones del Clan del Golfo se generaron ataques a la fuerza pública, bloqueos y afectaciones a más de 1.500 comerciantes -sin desconocer, por supuesto, las protestas legítimas de los mineros artesanales e informales de esta región-. También, los enfrentamientos entre los denominados grupos Shottas y Espartanos, en el Distrito de Buenaventura, quienes después de ser el primer laboratorio de la apuesta de paz del gobierno Petro, aprovecharon la laxitud de la fuerza pública generada por la tregua para fortalecer sus vínculos con grupos que están en la zona rural de Buenaventura, como ha señalado la Fundación Paz y Reconciliación. Ni hablar del ELN, que no ha parado los ataques frente a la fuerza pública y la población civil, así como las actividades relacionadas con el secuestro, extorsión y narcotráfico.

 

Alcanzar la paz en Colombia es un imperativo para los millones de personas que sufren por los flagelos de la violencia. Desplazamiento, amenazas, secuestros, homicidios, extorsión, vacunas, entre otros; son el pan de cada día de muchos colombianos en zonas rurales del país. Sin embargo, aunque los esfuerzos del gobierno han sido importantes, las escaladas de violencia no han cesado. Según Indepaz, a corte de junio 2 de 2023 han ocurrido 46 masacres, un caso más que para el mismo periodo de 2022. De igual manera, entre enero y abril de este año la extorsión aumentó un 24% respecto al año anterior. También, el secuestro, ha alcanzado su cifra más alta para el primer cuatrimestre de un año desde 2008.

 

La paz es necesaria, sin embargo, generar concesiones para los grupos armados organizados no es el ideal para asegurar su sostenibilidad a largo plazo. La paz no es ausencia de homicidios, representa la tranquilidad de las personas, vivir sin temor y con libertades, sin vacunas o extorsión. Por eso, ante el fortalecimientos de organizaciones criminales e incremento de delitos y violaciones de derechos humanos, debemos preguntarnos cuál es el mejor camino para alcanzar este sueño.

 

La “zanahoria”, entiéndase, negociaciones, ceses bilaterales al fuego y demás, son importantes para generar canales de confianza, facilitando que se logren negociaciones imposibles de realizar en otros contextos. No obstante, proteger a la población es el deber del Estado y ante el incumplimiento de acuerdos y burlas a la buena voluntad, el “garrote” debe aparecer. Garantizar el control institucional del territorio por parte de las Fuerzas Militares y de Policía es fundamental para que los ciudadanos puedan desarrollar sus vidas con libertad, tranquilidad y confianza, fomentando el desarrollo económico y social de los territorios.

 

Debido a esto, no es momento de disminuir el presupuesto de la cartera de Seguridad y Defensa del país. Al contrario, fortalecerla para que las Fuerzas Militares y de Policía cuenten con mayores recursos para retomar espacios anteriormente controlados por organizaciones criminales y estabilizarlos. Por supuesto, acompañado por una estrategia de recuperación del control territorial por parte del Estado, que cuente con oferta social, cultural, de infraestructura, económica, deportiva y agraria, brindando oportunidades a las personas para que se inserten a la vida productiva y legal.

 

No se debe bajar la guardia, es importante continuar con los loables esfuerzos para alcanzar la paz pero sin desproteger a los ciudadanos. Hay que continuar con la zanahoria, pero sin olvidar el garrote para evitar escaladas de violencia o aumentos de poder las organizaciones criminales. El momento de la paz, es ahora.

 

 

*Imagen de León Hernández. Licencia CC BY-NC-ND 2.O 

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